De nuestros abuelos siempre se sacan buenas enseñanzas y sabidurías, y muchos de ellos quedan plasmados en refranes populares que llegan a nuestros oídos como verdades irrefutables.
“A buen entendedor, pocas palabras bastan”.
Serviría para resumir la experiencia de nuestros abuelos para conseguir, que en sus casas, sin aparatos de aire acondicionado y modernos ventiladores, se parezcan a un pequeño oasis de temperatura, cuando en nuestros hogares sufrimos de forma cada vez más frecuente las pertinentes olas de calor de estas épocas del año.
Y es que la experiencia de años, transmitida de generación en generación, les ha permitido sufragar la altas temperaturas estivales con ciertos rituales que parecerían meramente curiosos, si no fuera porque muchos de nosotros comprobamos sus resultados personalmente, y a la que respondemos con un reiterada cuestión ya casi monótona de.. ¿abuelo, cómo consigues que la casa este tan fresquita….?, y a la que de forma también reiterada a la vez que paciente se nos vuelve a explicar, una ocasión más, cómo consiguen tener un reguero de bienestar hogareño, sin tener que acudir a los denostados sistemas refrigeración clásicos de las viviendas que suponen los picos de consumo energético más altos del año, así como colateralmente de contaminación medioambiental.
Cuatro rutinas a realizar
Estas son las rutinas que de forma perseverante hay que realizar, y que dependiendo del hogar podremos ponerlos en marcha para, al menos, rebajar unos grados la temperatura dentro del hogar. Además, en el caso necesario de tener que poner en marcha los sistemas de refrigeración convencionales que tengamos instalados en la vivienda, éstos tendrán que realizar menos esfuerzo para conseguir una temperatura óptima, lo que se acompañará con cierto ahorro en la factura energética de nuestro hogar.
- La primera será reducir la luz que entra en nuestra vivienda y que viene provocada por un sol que alcanza en esta época del año su máximo valor lumínico y por tanto de temperatura. Para ello, hay que bajar persianas, echar toldos si se cuentan con ello, y utilizar cualquier otro sistema que permita oscurecer las estancias, y sobre todo aquellas en las que por la orientación de la vivienda estén más castigadas en cada momento. Por tanto hay que tener en cuenta la rotación solar, e ir oscureciendo las habitaciones a lo largo del día.
- La segunda es provocar corrientes que aireen la vivienda, abriendo ventanas en las primeras horas de la madrugada o al caer la tarde noche. Con ello permitiremos una circulación que evacue el posible aire caliente acumulado y lo regenere con aire fresco que en esos instantes puede llegar desde el exterior. Es necesario reconocer igualmente la orientación de la vivienda y abrir en cada instante aquellos huecos que permitan esas pequeñas brisas, que sin duda acabaran por refrigerar la vivienda.
- La tercera rutina o truco, tal vez no sea compatible con todas las viviendas, pero bien es cierto que podemos igualmente intentarlo de diferentes formas dependiendo de nuestro hogar. Se trata en este caso de refrescar con agua patios o zonas de vegetación-plantas que pudiéramos tener, y que compaginado con los dos anteriores aportan una solución igualmente eficaz. Existe el remedio igualmente casero de poner barreños de agua fría o mejor con hielo en las estancias, y que simplemente con las corrientes de aire, o en el caso necesario a través de sistemas de refrigeración comunes como ventiladores, hagan circular este aire más frio por la habitación. Regar las plantas o pulverizarlas diariamente al atardecer, igualmente tendrá un efecto de rebaja de la temperatura global de la vivienda.
- Finalmente la cuarta rutina será refrescar directamente las estancias de la vivienda, ya fuesen patios, balcones o las habitaciones, regándolas o fregándolas en su caso, al amanecer o al atardecer, lo que disminuirá, junto a las demás iniciativas anteriores- sin duda la temperatura de la propia vivienda.
Y es que el refrán de los abuelos bien viene a colación, si por fin reconocemos y ponemos en marcha estas pequeñas sabidurías populares que vienen desde antaño y que se recogen en muchas de las costumbres de las primeras civilizaciones que construyeron grandes urbes con palacios y viviendas para sus ciudadanos.
A todos estos consejos cabría añadir la necesidad de contar con el mejor aislante y repelente del calor -y del frío y la humedad cuando llegue el momento-, que son las unas ventanas eficientes. Desde CESVENT venimos trabajando para conseguir dotar a sus viviendas de las mejores ventanas que permitan un hogar confortable y plenamente habitable en cualquier momento del año.
No lo dude y pídanos consejo, porque además de reconocer los sabios consejos y experiencias de nuestros abuelos, le aportaremos aquellos que le den mayor valor a su vivienda y al bienestar de toda su familia.
CESVENT, Ventanas Eficientes, Ventanas para Siempre.